Mis lentes “progresivas” me proporcionan una mirada nítida y
una sensación de ir hacia delante, de avanzar … por como ellas son. Tengo en
cuenta que vamos las dos siempre juntas y al mismo ritmo, si no fuera así
sencillamente no iría, por el peligro que conlleva confundir el pelador de
patatas con el cepillo de dientes, y admito que el calificativo les corresponde
a ellas … así que si ellas progresan, yo también. Nunca van por delante mía,
para eso tengo estas orejitas que les permiten tirar de mí cuando me quedo
rezagada.
Aún así, con todas las ventajas de nitidez y progreso … no
veo las cosas del todo claras!!.
Pero … ¡Ah! … yo leí “El principito” cuando era pequeña,
cuando sólo me parecía un cuento extraño, con dibujos extraños también y donde
nadie comía perdices, ni vivían felices. Ahora que soy una mujer “progresiva”
le doy un repasito de vez en cuando y ya lo entiendo de otra manera …, mucho
mejor diría yo.
Así que … “Para ver claro basta con cambiar la dirección de
la mirada”… me puse a inventar un mecanismo adosado a las gafas que girara la
cabeza hacia un lado o hacia otro, aleatoriamente, para verlo todo … pero lo he
dejado, por el poco conocimiento de ingeniería industrial que poseo.
En definitiva … que la dirección va a ser cosa mía … y ahí
me tenéis … practicando los cambios de dirección con las fotos.
Hay gente que dice que sólo hay dos puntos de vista: el
equivocado y el suyo (¿a qué si?) … pero yo no, yo no pienso así!… ahí van los
míos totalmente cuestionables:
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